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"El espíritu de una escuela marista es el espíritu de familia."

Marcelino Champagnat

"El carácter más apropiado para educar humana y cristianamente a los niños y jóvenes es el que reúne la jovialidad, la afabilidad y la constancia que sólo se hallan en un corazón humilde y bondadoso"

"La buena educación de los niños pide que se les ame, y se les ame a todos por igual. Ahora bien, esto supone la entrega absoluta a su formación y el uso de cuantos medios pueda sugerir un entusiasmo habilidoso para infundirles la piedad y la virtud."

Educar al niño es abrir su corazón.

Nuestra Filosofía

 

Parte de entender que la educación es un proceso de maduración, Educar es ayudar al hombre a crecer como ser humano íntegro. Es un proceso sin límites de formación de la persona.





Somos colaboradores de los padres, transmisores de la vida; son ellos los primeros y principales responsables de la educación de sus descendientes. Juntos tratamos de acrecentar las potenciales de sus hijos.

 

Destacados pensadores han subrayado la importancia del quehacer educativo y su capacidad para edificar una sociedad más justa, más democrática y más humana. 

 

El desarrollo no es posible sin educación. Nuestra región nos exige promover jóvenes con una preparación lo más completa posible, integral, sólida y participativa. Entre todos los medios de educación, tiene particular importancia la escuela. Este es un lugar privilegiado de formación mediante la convivencia con los demás, la promoción del sentido de los valores, el encuentro con el conocimiento y la cultura, y la preparación para la vida profesional.

Principios

 

CON BASE EN LOS SIGUIENTES PRINCIPIOS tratamos de enmarcar nuestra labor educativa. Convencidos de la unidad de la persona humana, mente, cuerpo y espíritu, tratamos de unir el saber con la formación en la fe. El conocimiento y la formación de los valores pretenden lograr una educación integral.

 

Queremos transmitir un fuerte sentido de Dios y del hombre cultivando un sentido de generoso servicio. Jesucristo y su evangelio constituyen la fuente de los criterios que queremos proponer. Es urgente en un medio de tantas carencias morales revivir los postulados universales de justicia, fraternidad, equidad y respeto. Creemos que la dignidad del hombre proviene de la divinidad y en la medida en que los jóvenes hagan suyos estos valores, defenderán los derechos de cada uno de sus semejantes.

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